No se necesita un libro de doscientas páginas para pensar, pensar un poco acerca de este viaje en el que algunos llevamos ya algunos años insertos , un pequeño cuento me hizo reflexionar sobre mi viaje, como ha sido, como es, y como me gustaría que fuera. Quien haya dicho que el tiempo es oro, tenía toda la razón , y no hay que desperdiciarlo en una caja fuerte, o tirándolo por las calles, hay que compartirlo, hacer grandes cosas con el .
Quiero disfrutar de todo mi viaje, del paisaje, del camino, de los baches, de cada nuevo lugar por el que pase y al que seguro no regresaré, de las personas que en el viaje conozca, se que algunas se quedaran por poco tiempo, otras me acompañaran tal vez durante todo el viaje. Quiero acelerar, detenerme para pensar hacia dónde ir, o simplemente para disfrutar de la vista y cuando sea necesario ir muy despacio. Me gustaría dejar un letrero en el camino, algo que pueda ayudar a los nuevos viajeros, una señal de precaución o simplemente algo que les haga más agradable el camino. No es momento de cuidar la cuchara para no tirara ni un gramo de arena y no disfrutar del paseo, ni tampoco de ir tan rápido llegando al final sin nada, es momento de ir despacio, pensar y repensar el camino, echarle una vistazo a la cuchara, recorrer cada rincón, y sobre todo de admirar el paisaje.
Las mujeres de mi comunidad han tenido un viaje un tanto difícil, a pesar de ser un camino ya delimitado ( por los roles que ya están preestablecidos para ellas, hijas , esposas y madres) , no es un recorrido fácil, las limitaciones económicas, la marginación, la desigualdad de géneros, las pocas oportunidades para desarrollarse , hacen que su viaje tal vez no se disfrute, están tan preocupadas por cumplir con sus roles , que se olvidan de ellas mismas.
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